Regresaron a casa y todo volvió a la vida normal. Siguieron entrenando para el próximo año, siempre con dedicación y ganas de superarse. La vaca Verónica siguió cuidándolos con su tibia leche y el perro Guardián los hacía reír con sus chistes. Hernán, el padre de Tofi continuaba gruñendo por casi todo y en cada momento. Ya no lo escuchaban porque era “pura espuma” y nunca cumplía con sus amenazas…
Un día aconteció un hecho que cambió para siempre la vida de la cabaña: Hernán se casó con una linda señorita del pueblo llamada Celia quien vino a vivir con ellos. Era el fin del invierno y ya la primavera comenzaba a dar sus primeros verdes brotes sobre las ramas de los árboles que rodeaban el terreno. Se anticipaba la llegada de las golondrinas que venían del norte.
- ¡Viene, ya viene Celia… Y trae un enorme equipaje! – Ladró el perro Guardián que se había subido a la colina del ala oeste para divisar la llegada de los novios en su flamante camioneta.
- ¡Ya vienen, ya llegan! - Mugió a viva voz Verónica desde el corral, muy preocupada porque no sabía si lograría abastecer de leche a la casa ahora que venían más habitantes.
Tofi tomó de las riendas a Potri y lo arrastró hacia el portón de entrada. Melena, la yegua blanca, los seguía de cerca. Llegaron a la cima, observaron cómo se acercaba una camioneta blanca tirando un furgón por detrás. Los vieron acercarse y doblar la curva final que desembocaba en la casa. El amo Hernán se bajó primero riendo a más no poder “¿Hernán riendo?” Pensó Potri…Luego bajó ella, la esposa, una mujer joven vestida de blanco y una tercera persona, una niña muy linda que venía vestida con ropa de montar.
- ¡Tofi, Tofi! – Gritó el papá.
- ¡Tofi, amigo! – Gritó la niña – Soy María Rosa, ¡Hola!
Por el camino bordeado de eucaliptos venía Tofi cabalgando sobre Potri, Melena al trote y Guardián por detrás.
- ¡Hola!... ¿qué haces aquí Niña? – Dijo Tofi bajando de su potrillo y extendiendo un beso a su amiga.
- Soy la hija de Celia, vengo a vivir con ustedes y, lo mejor de todo… ¡traigo conmigo a Pili!... quien no ve las horas de salir del furgón – ¡Ja, ja, ja, ja! Creo que nos divertiremos mucho acá…¿Verdad?
Así fue como se formó una gran familia: Hernán y Celia y sus hijos Tofi y María Rosa con sus dos mascotas que eran los mejores caballos de salto de Lago Puelo. Desde entonces, el potrillo bayo Potri y la potranca baya Pili fueron una verdadera leyenda en esas comarcas. Hernán no volvió a ser un gruñón y todos aprendieron a vivir en armonía con el esfuerzo y la alegría de todos los días
FIN
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