El libro es nuestro amigo

El libro es nuestro amigo
El libro es nuestro amigo. Cuando un niño o un adolescente leen tiene la posibilidad de asomarse a mundos inusitados

El valor de las letras

Cuando un niño o un adolescente lee, vuela con su imaginación al infinito. Las letras nos hacen cabalgar sobre mundos extraordinarios, ser princesas entre castillos de ensueño, héroes salvadores de la humanidad o alegres saltamontes rodeados de mariposas y ráfagas de brisas primaverales. Podemos elevarnos con la quilla de algún barco pirata, saltar de una nave hacia el espacio sideral o cruzar la puerta de la realidad hacia sitios fantásticos. La literatura es magia para nuestra primera infancia tanto como aventura en la adolescencia o pasión en la juventud. Los cuentos, poemas y relatos son las alas del alma.

¡Como Alicia en el País de las Maravillas...pasemos juntos del otro lado!


Any Carmona

jueves, 6 de enero de 2011

EL PRINCIPITO por Antoine de Saint Exuperí (Para niños y jóvenes desde 10 años)

Capítulo XVI:

El séptimo planeta fue, pues, la Tierra.
La Tierra no es un planeta cualquiera ! Se cuentan en ella ciento once reyes (sin olvidar, por supuesto, a los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de borrachos, trescientos once millones de vanidosos, es decir alrededor de dos mil millones de adultos.
Para darles una idea de las dimensiones de la Tierra les diré que antes de la invención de la electricidad se debía mantener en ella, en el conjunto de los seis continentes, un verdadero ejército de cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos once faroleros.
Vistos desde una cierta distancia producían un efecto espléndido. Los movimientos de este ejército estaban ajustados como los de un ballet de ópera. Primero era el turno de los faroleros de Nueva Zelanda y de Australia. Luego ellos, habiendo encendido sus faroles, se iban a dormir. Entonces entraban a su turno en la danza los faroleros de China y de Siberia. Luego ellos también desaparecían entre bambalinas. Entonces llegaba el turno de los faroleros de Rusia y de la India. Luego de los de África y Europa. Luego de los de América del Sur. Luego de los de América del Norte. Y nunca se equivocaban en su orden para entrar en escena. Era grandioso.
Solamente, el farolero del único farol del polo Norte, y su colega del único farol del polo Sur, llevaban vidas de ocio e indolencia: trabajaban dos veces por año.



Capítulo XVII:


Cuando uno pretende mostrarse ingenioso, a veces se miente un poco. No he sido muy honesto cuando les hablé de los faroleros. Corro el riesgo de dar una falsa idea de nuestro planeta a quienes no lo conocen. Los hombres ocupan muy poco espacio en la tierra. Si los dos mil millones de habitantes que pueblan la tierra se quedaran parados y un poco apretados, como para un mitin, entrarían fácilmente en una plaza pública de veinte millas de largo por veinte millas de ancho. Se podría amontonar a la humanidad en el menor islote del Pacífico.
Los adultos, por supuesto, no les creerán. Ellos se imaginan que ocupan mucho lugar. Se consideran importantes como los baobabs. Aconséjenles entonces hacer el cálculo. Eso les gustará, porque adoran las cifras. Pero no pierdan tiempo en esa penitencia. Es inútil. Ustedes tienen confianza en mí.
Al principito, una vez en la tierra, le resultó pues muy sorprendente no ver a nadie. Temía ya haberse equivocado de planeta, cuando un anillo color de luna se movió en la arena.
- Buenas noches – dijo al azar el principito.
- Buenas noches –dijo la serpiente.
- Sobre qué planeta caí ? – preguntó el principito.
- Sobre la Tierra, en África – respondió la serpiente.
- Ah!... No hay pues nadie en la Tierra ?
- Éste es el desierto. No hay nadie en los desiertos. La Tierra es grande – dijo la serpiente.
El principito se sentó en una piedra y levantó los ojos hacia el cielo:
- Me pregunto – dijo – si las estrellas están iluminadas para que cada uno pueda algún día encontrar la suya. Mira mi planeta. Está justo encima nuestro. .. pero qué lejos ! 
 Es hermoso – dijo la serpiente. – Qué vienes a hacer acá ?
- Tengo dificultades con una flor – explicó el principito.
- Ah! - dijo la serpiente.
Y ambos se callaron.
- Dónde están los hombres ? – prosiguió finalmente el principito. - Se está un poco solo en el desierto...
- Se está solo también con los hombres – dijo la serpiente.
El principito la miró largo tiempo:
- Eres un animal muy extraño – le dijo finalmente –, delgado como un dedo...
- Pero soy más poderosa que el dedo de un rey – dijo la serpiente.
El principito sonrió:
- No eres muy poderosa... ni siquiera tienes patas... ni siquiera puedes viajar...
- Puedo llevarte más lejos que un navío – dijo la serpiente.
Se enroscó alrededor del tobillo del principito, como un brazalete de oro:
- A quien toco lo devuelvo a la tierra de donde salió – agregó. – Pero tú eres puro y vienes de una estrella...
El principito no respondió nada.


- Me inspiras compasión, tan débil, en esta Tierra de granito. Puedo ayudarte algún día si echas demasiado de menos tu planeta. Puedo...
- Oh! comprendí perfectamente –dijo el principito – pero por qué hablas siempre con enigmas ?
- Los resuelvo todos – dijo la serpiente.
Y ambos se callaron.
 
(Continuará)

1 comentario:

  1. Una maravilla de libro, esos que te marcan. Gracias, Any.

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