Qué pasa con las golondrinas que llegan tarde al colegio?
Es verdad que reparten cartas transparentes, por todo el cielo?
Pablo Neruda**
Miró el reloj pulsera y vio que ya se habían hecho las siete y cuarto. Hora de entrada al colegio. Miró el celular y divisó su mensajito en la pantalla “el patio está vacío…la escuela está deshabitada…yo estoy muerta” Era Malena que otra vez le enviaba aquellos mensajes lapidarios. Él también se sentía muerto.
Miró por la ventanilla del avión y pudo divisar las luces de la ciudad que sería su próximo hogar: Bariloche. Las montañas, el lago, el frío de un amanecer violeta y ocre. De luces cuadradas ¿o eran ovaladas?, detrás de las claraboyas. “Male, Male, corazón mío, cómo te extraño y hace apenas dos horas que nos despedimos…” Seguía pensando Mariano mientras palpaba su estómago vacío de todo líquido o sólido. Y de toda cosa que significara un consuelo.
El Instituto Balseiro fue un reto que se había auto-infringido y ahora que se cristalizaba el sueño, que ya era un becario entre sus muros, no lo quería. No quería ingresar. No soportaría vivir lejos de Malena.
Ella, con su uniforme verde de colegiala, con su corbata mal atada en el cuello y su peinado improvisado luego de las últimas horas con su amor, apenas se sostenía en la fila de entrada a clase. “También te extraño con locura” decía el celular que escondió estratégicamente en la mochila. “Nena tomate el avión y venite conmigo” decío otro. “ke vamos a hacer? le contestó Malena. “No se me duele todo” siguió contestando Mariano desde Bariloche. Y así toda la mañana…mensajes en el cielo. Los pájaros no trinaron sobre los árboles del campus. El sur estaba lejos y las golondrinas no llegaron ese día.
ANY CARMONA
*Del libro Neruda y yo
**Del Libro de las Preguntas de Pablo Neruda
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