El libro es nuestro amigo

El libro es nuestro amigo
El libro es nuestro amigo. Cuando un niño o un adolescente leen tiene la posibilidad de asomarse a mundos inusitados

El valor de las letras

Cuando un niño o un adolescente lee, vuela con su imaginación al infinito. Las letras nos hacen cabalgar sobre mundos extraordinarios, ser princesas entre castillos de ensueño, héroes salvadores de la humanidad o alegres saltamontes rodeados de mariposas y ráfagas de brisas primaverales. Podemos elevarnos con la quilla de algún barco pirata, saltar de una nave hacia el espacio sideral o cruzar la puerta de la realidad hacia sitios fantásticos. La literatura es magia para nuestra primera infancia tanto como aventura en la adolescencia o pasión en la juventud. Los cuentos, poemas y relatos son las alas del alma.

¡Como Alicia en el País de las Maravillas...pasemos juntos del otro lado!


Any Carmona

martes, 11 de mayo de 2010

POTRI Y TOFI por Any Carmona - Cap III: Potri se aquerencia (4 -8 años)


Pronto se acostumbraron Potri y su mamá Melena a vivir en la cabaña de Tofi y su papá Hernán. Este último era un hombre gordo, colorado y muy gruñón. Su hijo siempre decía que no había que hacerle caso pues dentro de esa coraza de exigencias y retos, había un corazón tierno y bondadoso. Melena, por las dudas le había dicho a su potrillo:
- Tú siempre debes estar alerta, lo que quiere decir que no te acerques mucho a Don Hernán, no hasta que lo conozcamos mejor y sepamos si en verdad hay un centro blando en su interior.
- Sí mamá no te preocupes. Estaré atento. Yo solo quiero salir a pasear con Tofi que es una personita dulce y que me guiará por nuevos senderos y experiencias. Quiere enseñarme a saltar –Dijo el caballito bayo a su mamá.
- Bien, hijo, pero despacio. Recuerda el dicho “Despacito por las piedras, no te vas a tropezar. Si te apuras, te equivocarás”
- Gracias Ma, lo tendré en cuenta.


Tofi y Potri salían todas las tardes a caminar por los campos para que así el animal pudiera practicar y acostumbrarse a llevar la silla de montar, que por cierto, le resultaba… ¡insoportable! Pero con el paso de los días todo se iba acomodando.
Una tarde mientras Melena estaba sentada tomando sol cerca del portón de entrada, vio a lo lejos que Don Hernán, el padre de Tofi, ponía al potrillo encima de un camión y cerraba muy bien la puerta trasera. ¿Qué pasaba? Desde donde se encontraba no lograba ver muy bien. Se levantó y al trote, quiso llegar pero no pudo. Cuando ya estaba cerca, el camioncito salía rumbo a la salida.
Desesperada, Melena corrió a toda velocidad detrás del vehículo y pudo observar cómo Potri la miraba desde atrás haciendo un gesto de relincho pero no pudo oír lo que quería decirle. Corrió y corrió varios kilómetros pero fue en vano.
Al regresar a la casa estaba Guardián, el gran perro boxer marrón y blanco, esperándola.
- ¿Qué pasó, adónde llevaron a Potri? ¿Tú lo sabes? – Apenas podía expresarse con lo agitada que estaba.
- No se nada pero creo haber oído algo de saltos, debe ser una competencia. Espera a que regresen y te enterarás – Dijo Guardián para calmarla.
- Muy bien, esperaré, pero esto me huele muy mal.
Pasó todo el día y Melena no quería salir de la tranquera de la entrada. Se había subido a una pequeña lomada para ver mejor cuando llegaran Potri, Tofi y el viejo gruñón, Don Hernán. No confiaba en él. Y justo cuando ya el sol caía detrás del horizonte muy cerca del cerro de enfrente, los vio venir. El camioncito venía a gran velocidad como si estuviera vacío. “Qué sucedió. Dónde está Potri?” Pensó Melena, corriendo a todo galope para encontrarlo antes de que diera la curva.
- Iiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!! – Gritó la yegua blanca muy enojada - ¿Dónde está mi hijito?
- No te asustes, Melena. Potri se quedó en la Escuela de salto, en el pueblo. Lo van a entrenar para la gran Competencia Provincial que se avecina – Dijo Tofi adivinando lo que quería decirle la mamá del potrillo – Solo estará una semana y luego volverá con nosotros, quédate tranquilita que todo estará más que bien.
Melena se tranquilizó y regresó junto al camión, hasta la cabaña. Esa noche se acostó junto a la ventana de la habitación de Tofi para estar cerquita de su amo y no extrañar mucho a su hijo. La luna y las estrellas titilantes le hicieron mil guiños antes de que ella cerrara los ojos y se quedara dormida.

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