El libro es nuestro amigo

El libro es nuestro amigo
El libro es nuestro amigo. Cuando un niño o un adolescente leen tiene la posibilidad de asomarse a mundos inusitados

El valor de las letras

Cuando un niño o un adolescente lee, vuela con su imaginación al infinito. Las letras nos hacen cabalgar sobre mundos extraordinarios, ser princesas entre castillos de ensueño, héroes salvadores de la humanidad o alegres saltamontes rodeados de mariposas y ráfagas de brisas primaverales. Podemos elevarnos con la quilla de algún barco pirata, saltar de una nave hacia el espacio sideral o cruzar la puerta de la realidad hacia sitios fantásticos. La literatura es magia para nuestra primera infancia tanto como aventura en la adolescencia o pasión en la juventud. Los cuentos, poemas y relatos son las alas del alma.

¡Como Alicia en el País de las Maravillas...pasemos juntos del otro lado!


Any Carmona

lunes, 5 de marzo de 2012

FANTASMÓN por MANUEL CUBERO URBANO



 Don Flavino de la Oscuridad vivía en aquel viejo piso desde bien entrado el S. XVIII. Prudente y recatado, había ocultado su presencia durante varias generaciones de inquilinos. Aquellos trozos de esencia familiar que habitaban en el corazón de sus inocentes herederos habían puesto freno de manera continuada a sus fantasmales tendencias. Fue en la sexta generación cuando todo cambió. Se llamaba Flavinín. Un calco mío, pensó orgulloso don Flavino segundos después de verlo nacer. Y lo era, un calco total, travieso, protestón, comilón y con tales ganas de quemar energía que con apenas diez meses ya conocía a fondo todos los rincones y secretos del hogar. Esta criatura debe saber de una puñetera vez quien manda aquí, se dijo una mañana después de tener que soportar una interminable e infantil meada que alcanzó el último resquicio de las grietas donde habitaba el anciano fantasmón. Durante toda la eternidad se arrepentiría de haber intentado imponer su  espectral autoridad ante  aquel diablillo incorregible.
Fue sólo un ensayo. Un mínimo golpe de viento en el rostro del chiquillo y una sonrisa espectral lanzada desde la oscuridad. Desde aquella noche, el niño, armado de un tirachinas, lo persiguió incansable por todos los rincones de la mansión:
-Espera, espantajo. ¡Cuando te pille te vas enterar de lo que vale un peine!
¿Qué pecado habría cometido para convertirse en el más desgraciado de los fantasmas que deambulaban por aquel viejo barrio?


MANUEL CUBERO URBANO

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